HIPERTENSIÓN ARTERIAL y APNEA DEL SUEÑO


La apnea del sueño y la hipertensión afectan principalmente a hombres con sobrepeso, de 40 a 60 años de edad. Los síntomas de esta enfermedad son, entre otros, ronquidos fuertes e irregulares con parada respiratoria fásica, cefaleas matutinas, fatiga, agotamiento e hipertensión nocturna.


Debido a la breve parada respiratoria durante el sueño, el contenido de oxígeno en sangre disminuye fuertemente. Esto puede hacer que el corazón y el cerebro no reciban suficiente oxígeno. Como reacción de alarma del organismo, se libera mayor cantidad de hormonas que estimulan la circulación. En consecuencia, los vasos sanguíneos se contraen, produciendo elevaciones importantes de la presión arterial sistólica y diastólica nocturna.


Las guías clínicas de la hipertensión arterial consideran la apnea del sueño como la segunda causa de la enfermedad, y el tratamiento con CPAP está recomendado especialmente en aquellos pacientes en los que resulta complicado un buen control de la presión arterial a pesar del tratamiento instaurado.


La apnea del sueño es una enfermedad crónica muy común que afecta entre el 3 y el 7% de la población general. Esta causada por el colapso de la vía aérea superior durante el sueño provocando ronquidos, una disminución del oxígeno en la sangre, dejar de respirar durante periodos cortos de tiempo (apnea) y somnolencia diurna, ya que el paciente no descansa bien durante la noche (no tiene sueños reparadores). Todo ello provoca un deterioro de la calidad de vida.


El CPAP es el tratamiento idóneo para los pacientes con apnea del sueño y con síntomas diurnos, evitando los trastornos producidos por los periodos de apnea y mejorando de forma substancial la calidad de vida de los pacientes. El CPAP es una máquina que, junto con una mascarilla, el paciente se la coloca por la noche para dormir. El CPAP realiza una presión continua en la vía aérea para evitar que esta se cierre.