Apena del sueño


Muchas personas padecen apnea del sueño sin saberlo, y es que los afectados no pueden comprobar el síntoma más común, el ronquido; pero hay otros signos que pueden hacer sospechar la presencia del trastorno.


Los pacientes que tienen apnea del sueño generalmente presentan ronquidos de gran intensidad. El ronquido está presente durante años, antes de que se presenten los síntomas. Estos ronquidos originan una gran presión en la vía aérea al introducir el aire con la respiración; es decir, durante la inspiración. No todas las persona que roncan van a sufrir este síndrome, pero aquellas que lo manifiestan suelen roncar.


En la apnea del sueño, los músculos se relajan y obstruyen el flujo de aire, disminuyendo la concentración de oxígeno en la sangre. Esta apnea provoca que, en ocasiones, el paciente se despierte de forma brusca por la sensación de ahogo que le produce. Esto conduce a una fragmentación del sueño, con la consecuente disminución del descanso nocturno. Una vez finalizada la apnea, los músculos recuperan su tono normal, se alivia la obstrucción y se reanuda la respiración, frecuentemente con un gran ronquido.


El patrón puede repetirse diez veces o más en una hora, durante toda la noche. Es posible que la persona no se dé cuenta de esas interrupciones momentáneas del sueño. No obstante, esos episodios repetidos impiden llegar a las fases del sueño profundo y restaurador, incidiendo negativamente sobre la actividad diaria del paciente.
Dentro de los síntomas de la apnea del sueño encontramos que las personas que la padecen suelen encontrarse somnolientas durante el día, en especial después de una comida o mientras conducen, leen o están inactivas. Esta somnolencia diurna puede llegar a ser muy peligrosa e interferir gravemente en la vida, pues hay mayor riesgo de accidentes de coche en estas circunstancias. También es frecuente que presenten deterioro intelectual, pérdida de memoria y alteraciones en la personalidad como irritabilidad. Estas manifestaciones neuropsiquiátricas y de conducta son las más frecuentes, y son consecuencia de los despertares transitorios recurrentes que sufre el paciente durante la noche.

Por la mañana es muy frecuente que el paciente refiera dolor de cabeza, junto con sensación de que el sueño no fue reparador.

 


Otro tipo de manifestaciones que presentan estas personas son las cardiovasculares, que se relacionan con los frecuentes episodios de falta de aire en lo que la sangre presenta bajos niveles de oxígeno. Las apneas obligan al corazón a bombear más intensamente la sangre cada vez que le falta oxígeno. Los trastornos en el ritmo cardiaco y el infarto de miocardio son más comunes en estos pacientes que en el resto de la población. En la mayoría de los pacientes, existe una frecuencia cardiaca baja y elevación de la presión sanguínea durante el episodio de apnea, seguido de un aumento del ritmo cardiaco al reanudarse la respiración. La mayoría de los pacientes tienen hipertensión arterial, que aumenta el riesgo de ataque cerebral e insuficiencia cardiaca.


Otros síntomas de la apnea del sueño que pueden presentar los afectados son:

  • Impotencia
  • Disminución del impulso sexual
  • Sequedad de boca.


Es importante la entrevista clínica, donde se ha de preguntar al paciente o a su compañero de cama por la presencia de ronquidos, pausas en la respiración u otros trastornos del sueño. La presencia de hipertensión arterial y obesidad orientan al diagnóstico de apnea del sueño.
Así pues, es importante descartar la presencia de apneas-hipopneas en todo paciente que ronca, especialmente si es hipertenso o cardiópata.


El diagnóstico definitivo se consigue mediante una prueba conocida como Poligrafía Respiratoria que es una exploración inocua, que se realiza durante la noche en el domicilio del paciente, con un aparato que registra el flujo nasal, número total de apnea o hipopneas, pulso, los ronquidos, los movimientos toraco-abdominales y la saturación sanguínea de oxigeno.

 

Su severidad depende del número de apneas-hipopneas registradas por hora de sueño. La apnea del sueño no suele resolverse por sí sola, pero sí que puede tratarse. Existen diferentes opciones terapéuticas, que deben ser seleccionadas según la gravedad del cuadro. De esta forma, en algunas ocasiones pueden indicarse simplemente medidas de autocuidado, como perder peso o dormir en determinadas posturas. Sin embargo, la mayoría de los pacientes con apnea del sueño moderada o grave, necesitarán el empleo de una mascarilla nasal de presión positiva continua en las vías respiratorias –CPAP- para mantener abierto el paso de aire de la vía aérea superior.

En algunas ocasiones es necesaria la cirugía.

 

Dr. Joaquin G. Ceballos Ramirez

 

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